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¡Rescindir un contrato con una editorial tradicional... por wasap!

  • Manuel Reina Siles
  • 4 nov 2024
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 6 nov 2024


Quedarte con las ganas de llamar a las cosas por su verdadero nombre sería la definición suave de experimentar el verdadero sentimiento al que se somete un autor cuando de repente recibe este tipo de mensajes por parte de su editor:

¡Y encima me pone una carita! ¡La madre que lo pa...! ¡Qué ost…!  ¡Si yo no te pedí nada, alma de cántaro! Fuiste tú quien decidió enviarme los ejemplares para no tener que llevarlos encima a la hora de realizar presentaciones. Eventos, por cierto, de los que he tenido que encargarme yo. Desde el contacto con los medios de comunicación, hasta la reserva de los espacios, publicidad, anuncios en las redes, etc.

¡Seis! ¡Seis nada más y nada menos fueron las editoriales tradicionales que se interesaron por publicar, sin ningún coste para mí, mi tercera novela! ¡Y fui a dar con uno de los tíos más impresentables que debe de haber en este sector editorial!

Pero claro está, todo autor/a que se precie debe guardar la compostura, por lo que después de cruzar varios wasaps durante todo el día, pues no tuvo ni la decencia de descolgar el móvil, esta fue mi respuesta:

Supongo que al ver peligrar una de sus muchas fuentes de ingresos prefirió darme dos opciones: comprarle los ejemplares que tenía impresos a coste, o bien, seguir como hasta ahora.

En ese mismo instante dimos por finalizada nuestra relación comercial. ¿Qué significa esto? La anulación de un contrato entre ambas partes, en la que yo, como autor, había cedido a la editorial los derechos de explotación de la obra.


En aquel momento creí que había tomado la mejor de las decisiones. Sin embargo, un tormentoso torbellino de dudas saturó mi pensamiento.


¿Y qué pasará a partir de ahora con mi novela? ¿Dejará de venderse? ¿Tanto trabajo para nada? ¿Acaso me habré anticipado con esta drástica decisión? ¿Me podré fiar de que a partir de ahora este tipo no la venda por su cuenta? ¡Buaaaaa! ¡Todo un año perdido por mi mala cabeza! ¡Quizás habría sido mejor dejarlo como estaba! Seguro que por muy mal que lo hiciera este tío, algo se vendería.


¡No, no y no! Me gritó mi conciencia ¡Deja de quejarte y préstame atención! ¿Acaso no te acuerdas de que cuando hiciste cuentas con él no incluyó los ejemplares que se vendieron en la segunda presentación? Sí, hombre. Aquella a la que asistió la regidora de cultura representando a las autoridades del municipio donde resides. ¿Cuántas llamadas realizaste al ayuntamiento, y, cuantos emails cruzaste con Eduard, el gerente de la librería con mayor difusión de la ciudad? Y eso en la segunda, porque te recuerdo, que, en la primera, hasta el cónsul honorífico de un país de centro américa estuvo presente. Es más ¡hasta compró un ejemplar! No te preocupes, Manuel… (¡Ey! ¡Tú que estás leyendo! Aquí bien podría ir tu nombre) …tienes ingenio de sobras para que tu obra siga viendo la luz. Y sí, lo entiendo. Autopublicaste tus dos primeras novelas y con esta querías algo diferente. No salió bien, pero piensa que no todas las editoriales de corte tradicional tienen porque ser iguales. Lo único que ha pasado, es que no diste con la apropiada. Pero no te preocupes. Confío en ti, Manuel. (Aquí tu nombre sí que encajaría perfectamente).


No me llevó mucho tiempo, para esta fallida relación, poner en práctica para mi propio beneficio gran parte de lo que hice para que otro se lucrase.


Autopubliqué de nuevo mi obra con otro nombre: La Reliquia de Kittim. Diseñé una nueva portada y cambié la sinopsis. Realicé los cambios necesarios en mi web: www.manuelreinasiles.com y la promocioné en mis redes compartiendo mi nefasta experiencia con mis seguidores.


Y, sí. Es posible que, con esto, cree confusión entre mis lectores, y, tal vez alguno de ellos adquiera por error la misma novela (no caerá esa breva). Y, quizás, también cabe la posibilidad de que hubiera vendido más ejemplares con la editorial. Aunque esto último lo dudo.


De lo que sí estoy convencido, porque los números “cantan”, es que vendiendo un solo ejemplar por mi cuenta, recibo tres veces más beneficio, y más rápido, que, a través de aquella editorial, que, por contrato, pretendía pagarme las regalías anualmente.


Pero lo mejor de todo, es el gustazo que me da ser el único que tiene el control de las ventas de mis obras, por muy escasas que estas puedan ser. Aunque también he de decir que no descarto la posibilidad de volver a publicar con una editorial de este tipo. Eso sí, antes, investigaré a fondo donde me voy a meter y pediré consejo a otros/as autores/as.


Y la moraleja de hoy:

«Aprende de tus errores; son lecciones disfrazadas de fracasos»


P.D.: Y amigo/a mío, no olvides que nosotros, al igual que nuestro trabajo, valemos mucho como para que gente con pocos escrúpulos nos esté mangoneando!!!

 
 
 

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"Cada experiencia de vida, y cada secreto del alma de un escritor, se hallan ampliamente inmersos en cada una de sus obras"

                                                                                                                M. Reina

© 2020 by David Reina

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